TROTONES: Pico Cogollo

martes, 21 de agosto de 2012

Pico Cogollo

Desde Soto de Agues (430 m.), pueblo de Sobrescobio cuidado donde los haya, parten varias rutas de montaña y senderismo; algunas, de las más notables de Asturias.

Hoy nos toca el Pico Cogollo (1.225 m.) en el Parque Natural de Redes, para cuyo alcance avanzamos en un tercio de la marcha por la supercuidada y/o artificiosa pista, según criterio, de la propia ruta del Alba.

Al poco, quince minutos, una piscifactoría nos invita a pescar y llevarnos los trofeos, pero hoy nuestro interés se distancia del entretenimiento. Una fuente y enseguida la desviación a la derecha, la segunda en poca distancia, que no tiene pérdida por la flecha y el letrero, y el sendero nos empieza a pedir “caña”.

Si bien el camino se vuelve más “natural” la siempre inoportuna niebla nos hace acto de presencia. Tras la braña de Aviáus (690 m), bosque y más bosque, tupido hayedo que nos hace caminar por una alfombra de vegetación por más de una hora. Es imposible desviarse y además abunda la señalización. Nos adentramos en el llamado Crestón de la Fonciella, nos vamos pegando a la montaña y algunos árboles caídos nos dificultan la marcha, pero sin añadir incertidumbres a nuestra dirección. Una artesanal fuente nos abastece.

De pronto el camino se transforma en angosto, parece tallado en la roca a modo de peldaños… y ralentiza nuestros pasos. Pero dura poco. El cielo se aclara sobre nuestras gorras y, de estar limpio, veríamos más allá de cincuenta metros. Llevamos algo menos de dos horas de caminata y sobre 600 m. de desnivel logrado. ¡Nos faltan menos de doscientos para coronar!

Desde la Huella Les Oveyes deberíamos vislumbrar la cima del Cogollo, pero hoy no es el día.

La majada Cogollo (1.170 m.) dispone de panorámicas que tampoco podemos apreciar. Otro día

Después, el ascenso no es muy pendiente, pero agobia… apenas hay metros para el respiro.

Nos vamos acercando al destino y la traidora niebla, si bien no nos dificulta el avance con total seguridad, nos impide sin embargo disfrutar de las preciosas vistas que sin duda deben de ser el complemento de una excursión, poco o nada recogida en libros de montaña, pero bien dimensionada en altura y distancia.

Coronaríamos en algo menos de tres horas sin poder recoger en fotos salvo lo más inmediato. “Nunca hay mal que por bien no venga”… nos valió para prometernos la repetición.

Para la vuelta procuramos justamente desandar por la huella y con sorpresa apreciamos que la niebla se disipaba..